En el caos

Digamos que necesito espacio.
Mi problema viene a ser que en esté mini piso donde habito está invadido de cajas sin abrir, libros sin desempaquetar, maletas medio desechas. No tengo sitio donde colocar las cosas ¡Eso me agobia¡
Quiero cambiar de lugar, la impaciencia me marca. Me hace tensarme.
En el desorden sistemático donde me encuentro he perdido mi karma.
He comprado un libro que ni si quiera he comenzado, no tengo tiempo¡.
La play lleva dos días encendida, esperando que me decida si sigo jugando o no a los sims y sus mascotas.
Observo por la ventana y lo que veo es un muro gris.
Mi muro de las lamentaciones, lo llamo yo.
He llegado en plantearme hacer unos agujeros e introducir mis deseos, como si fuera una judía. No se extrañaría nadie, en este lugar, es un sitio pintoresco sin duda, interracial, antiguo.
El bloque donde resido data de 1848, así que calcular el tiempo de la finca.
Menos mal que mi mini piso está reformado.
No hay vecinos que me vean. Ni nadie que pueda interrumpir este momento.
Cansadas de noticias de economía, justo a la hora de la siesta, me masturbo. Supongo que soy una persona costumbrista, que en el fondo lleva un poco de rutina.
Mantengo el ritmo acompasado de mis caricias, durante un rato, me fotografió, te extraño, me miro, a veces grabo un video, para luego observarme, la verdad es que me gusta ¡
Consumo pornografía, casi siempre elegida entre los múltiples títulos ahora dedicados a “ELLAS”,
Me gustan las mujeres, solo algunas. No encontré a ninguna que me hiciera sentir saciada, como un hombre me hace estar después de un orgasmo.

De mí contra mi, sintiéndome, amándome, acariciando cada parte de mi cuerpo.
Entra una brisa, suave por la ranura que puedo abrir de este pequeño balcón tan acorde con el resto de mi mini hogar.
Acaricio mis glúteos, mi pecho, mis muslos, las caderas, paso lentamente los dedos por mi ombligo… me estiro y disfruto. Dentro del caos de mi vida.